Fernando Pastorizzo, de 21 años fue asesinado por su novia, Nahir Galarza, de solo 19 años. |
Femicidios,
homicidios: ¡¡¡Violencia!!!
Nechi Dorado
El tema de la llamada violencia de género que tanto nos
afecta sobre todo a las mujeres que somos las que ponemos la mayor cantidad de
víctimas, amerita un debate urgente de la sociedad. La violencia es un tema
recurrente, cuyo cordón umbilical está unido al SISTEMA. No reconocerlo en ese
centro nos ubica fuera de contexto.
Cuando una mujer mata a su compañero o a la inversa,
además está asesinando a otras mujeres, madres, abuelas, hermanas, que quedan partidas
para siempre. No es mayor ni menor el sufrimiento de la madre de una mujer
asesinada respecto a la de un varón también asesinado, aunque sean menores, los
últimos casos, cuantitativamente.
La muerte es muerte con y sin polleras.
La violencia contra el hombre de parte de sus parejas
mujeres no es abordado como un tema social ya que no afecta a un grupo
históricamente discriminado como es el caso de las mujeres.
Hay otra concepción machista instalada: “el macho se las
aguanta”, “el macho se agarra a trompadas si algo le molesta”. Esquema patriarcal repetitivo, nocivo,
contaminante, que provocará que un hombre agredido por su compañera jamás
denuncie el hecho, no sea cosa de que luego lo llamen “maricón”. Además,
convengamos que no sobran los lugares donde denunciar sin padecer tremendas
burlas, detalle no menor.
De todos modos el tema da para mucho, pero teniendo en claro
que mientras no intentemos cambiar to-do, NO CAMBIARA NADA. Seguirán los
femicidios y seguirán los muertos tengan pene o vagina y más allá de la
proporcionalidad de las cifras.
Estos días, en Argentina, una joven, Nahir Galarza de 19
años asesinó a su pareja, otro joven de 21 años, Fernando Pastorizzo y cometió
el crimen con el arma reglamentaria de su padre, policía.
La joven, luego de cometer el acto y según su propio relato, se fue a dormir, y al día siguiente dejó un
mensaje amoroso en Instagram."Cinco años juntos, peleando, yendo y
viniendo pero siempre con el mismo amor. Te amo para siempre, mi ángel",
posteó, el viernes por la mañana.
(Ese “mi ángel” me hace ruidito, casi como un mensaje del
inconsciente, de la jovencita, los ángeles no están en la tierra)
Esta chica que asestó dos disparos mortales en el pecho
del muchacho, demuestra a la parte de la sociedad que anda sin vendas en los
ojos, que ya estaba muerta mucho antes de cometer
ese espanto. Tiempo atrás había fingido su “propio secuestro”
A esta joven la mató el sistema, la mató el silencio social,
la irresponsabilidad de su familia que no supo visualizar la conducta extraña
de su hija, según descripción de gente allegada a su círculo.
Vemos también los horrores que cometen miembros de los aparatos
de seguridad del Estado y en la familia se centran los principales valores que
han de ser los que nos formen.
No tengo base para diagnosticar estados patológicos, pero
lo que se ve a las claras a partir de relatos que leímos o escuchamos estos
días, es la perversidad de la chica, ya
que en ningún momento demostró tener registro del dolor y eso es una
patología grave, hasta lo que se.
Según el abogado defensor, Víctor Rebossio no
existen rastros de pólvora en sus manos, afirmando que no fue ella la que
disparó, aunque no dejó de hacer notar que la joven “estaba mal y enajenada” en
el momento del hecho. Agregando: “"Ella dijo 'fui yo', pero las pruebas de
parafina determinaron que ella no disparó, me debo inclinar ante la prueba, no
ante la versión". “Era una pareja enfermiza”, es lo que se dejaron como
relato algunos entrevistados, "Hay gente que escuchó cómo se pegaban y hay
testimonios de que era una pareja enfermiza", señala el letrado.
Me atrevo a pensar que estamos frente a un crimen del que
se desconocerán culpables, total en unos días ya ni nos acordaremos más. Y en
las consabidas preguntas que solemos hacernos cuándo suceden cosas en momentos
puntuales de un país, a quién beneficia; a quién perjudica, solo se me ocurre
pensar que el arma homicida, disparada por algún/a homicida era la
reglamentaria de una fuerza de seguridad
y ya sabemos cómo actúan.
Lo concreto y que nadie puede desconocer, es que quedó el
saldo de una madre llorando lo que ya no podrá recuperar.
Y el de otra vida que se fue por dos agujeros en esta
absurda carrera del vale todo, o todo contra todo.
Y hay un sistema ciego, sordo, mudo, que entronizó la
violencia haciendo añicos lo que podría quedar de esa utopía llamada justicia
tras la cual corremos muchos.
Y en semejante carrera alocada, hay víctimas, muchas más
de las que podemos admitir en un país que pretende ser civilizado, donde todos
los días se mata a alguien así nomás, como si nada.
Y hay un estado genuflexo ante un sistema perverso que
por consecuencia abandona a la población, sin cumplir el rol contenedor que le
corresponde como estado civilizado.
Seguiremos llorando, seguirán las relaciones tóxicas,
seguiremos asesinando valores, sobre todo porque estos últimos no se compran ni
cotizan en bolsa. Y seguirá girando la rueda de nuestro propio destino impuesto
tal como lo planificaron.